La finalidad de todos los métodos de los que hasta ahora tengo conocimiento en materia de sentirse mejor después de una ruptura sentimental, siempre va de tratar de evadir el dolor, de hacerse mañas para no pensar en ello´, mañas que son inútiles per se; frases estimuladoras, estrategias para hacer como que nada hubiera ocurrido, posiciones mentales para ver solo lo conveniente.
Después de pasar por episodios de este tipo, no tantas veces, pero las necesarias, he concluido que no vale la pena. El asunto más bien es hacer frente al dolor a sabiendas que nadie muere de él y que es lo esperado con cada desventura; saber que es insoportable pero que son los picos de nuestro propio umbral, uno que con suerte no tendrá que expandirse a través de los años; que lo único que uno debe cuidar en tal estado es no perder la cordura, como es tan común entre la gente sin escrúpulos, sin conciencia del bienestar de los demás, de la fragilidad de los corazones y tener paciencia a que el tiempo y las experiencias con sus posibilidades infinitas pongan todo en marcha de nuevo.
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