martes, 28 de agosto de 2012

Recuerdos carniceros

Nunca pensé que un día llegaría a decir que se podía estar más infeliz, más de lo que ya era.
Nunca pensé que una persona pudiera influir en otra de tantas maneras; algunas tan escondidas que me parece una broma el lugar de mi cabeza de dónde salen.
Nunca imaginé que tuviera tantos vicios, atajos mentales, hábitos dañinos, recuerdos carniceros que aún llevan las uñas amoratadas por la frescura de mi sangre en ellas.

No se qué duela más, si el recordar todos los hachazos al mediastino o saber que he estado soportando el dolor por mucho tiempo y que una parte de ello me ha gustado, penosamente, porque no tengo otro recuerdo al cuál atar aquellos avinagrados años, o sencillamente porque no tengo otra persona a quien recordar, ninguna mejor que él, para relacionar ese sueño DaVincinesco, torpe, lleno de humo.

No se si me duela más, que hoy, tengo la cura en las manos y aún así no la he de usar, no hasta que llegue algo a mi vida que me diga que eso otro, es una burla al placer.

Hoy se que él no es lo mejor, que ha sido un engaño mental, que ha sido obra de la casualidad que yo lo encontrara y que él se viera perdido hacia mi por la debilidad de la carne. Hoy me doy cuenta que fumar no me lo traerá de regreso. Que no importa lo que haga, nada puede traerme a ese humano y hacerlo amarme.

Mas para la desventura de ver teñidos de él mis primeros años de vuelo, no tengo cura, pero tengo la certeza de que, asi como ha pasado con todas las cosas buenas y malas de este universo, un día de estos, un año de estos, él no tendrá más valor que la mierda. Ahora todo lo que resta por hacer es tener paciencia y no doblarse ante las ideas torturantes que son expertas en ponerte en marcha directo al precipicio, o peor que eso, correr hacia él





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